lunes, 4 de julio de 2011

El papel que no era gato

Desde tu sillón miras por la ventana el cielo. En la suavidad del descanso y de la almohada tus ojos se dirigen hacia arriba. Esa nube grande parece colchón con curvas mullidas. Esa otra es como pluma ligera. Se van a juntar. Las lleva rápido el viento. Cuando se unen crecen, ya no se sabe cual es cual y tú sonríes. Allá se miran más nubes. Se huele la lluvia.



De repente un ladrido del perro te hace bajar la mirada. Es insistente, te distrae y ya no te fijas de momento en el cielo. Buscas que provoca el ladrido del perro. No hay ningún gato. Entonces te das cuenta, es un cartón grande que se mueve con el viento, el mismo que arrastra las nubes. Le explicas que no es nada, pero el perro no entiende.



Te recuestas de nuevo a mirar y el perro sube sus patas en el quicio de la ventana. Sigue ladrando a cada movimiento que el papel hace.

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