martes, 24 de noviembre de 2009

Las preguntas

Y tú qué quieres de ella?
quiero que me quiera
Y para qué quieres que te quiera?
Para sentir su amor que lo respiro en mi oreja. Para dormirme con su mano apretadita. Para soñar en lo que piensa. Para dejarme caer en sus piernas. Para acariciar mis cabellos con sus ojos. Para llorar y que no duela. Para reir muy suelto. En fin, para encontrar mis piezas con ella y asombrarme.
Espera, espera... eso no es mucho?
creo que sí, pero tú me preguntaste y eso es lo que quiero...
Y el deseo?
ah! eso te lo contesto mañana

sábado, 21 de noviembre de 2009

El abrazo

Encuentros en la cama
encima las sábanas que cubren desnudeces
abajo los cuerpos que se buscan
pegados fuerte, atraidos, conjurando ausencias

Se calman de a poco los grandes chorros de sangre que se bombeaban
tú la aprietas fuerte, tanto fuerte,
parece que quieres quebrarla o meterla dentro tuyo

martes, 17 de noviembre de 2009

Desierto de paz

En las áridas soledades
que encierra la mediocridad
de una vida estéril, pero serena
me extinguiría poco a poco,
consumiéndome en una lenta
agonía de letargo sin fin

En este desierto de paz
es bienvenido el viento de fuego
que de repente abraza mi alma
en el sufrimiento más atroz

En este desierto de paz
me estremezco en la intensidad
de la lluvia de estrellas,
que me abre las puertas del cielo
en la luz cegadora del momento
más dichoso que dura un siglo

En este desierto de paz
me sacude la desolada lágrima
que fortalece y refresca mi espíritu,
me sacude la felicidad
que vibra en todo mi sentir
con la angustia del tiempo infinito
que se convierte en un segundo...

Escrito en diciembre 28 de 1993 y extraída de una libretita.

jueves, 12 de noviembre de 2009

los ruidos del placer

Quizás en el gemido se encuentre la agonía del renacer. Me gusta regalarme esos sonidos del deseo. Me gusta regalárselos a quien le agrada escucharlos. Si me dicen entre risas “Calla un poco”, entiendo que es el pudor que habla. Si los guardo, si empaqueto esa música en mi cuerpo; siento que no muero del todo. Esos ruidos del placer son escapes muy pequeños de una explosión contenida, que aguarda, que espera la muerte intensa de una vida que se repite.

martes, 10 de noviembre de 2009

Sueñitos rojos

Se duchaba. Apenas le dolía, cómo un latido ligero. Lavaba las bragas para que no quedara rastro. No era mucha, pero la sangre se escurría por las pequeñas piernas. Salía de entre los vellos del pubis. No había alcanzado a secarse, todavía estaba húmeda.

Eran cerca de las diez y fue directo al baño. A mirarse y a limpiarse. Él le dio un aventón en su coche, cómo muchas veces. Se detuvo a unas cuadras de su casa. La empezó a besar, como muchas veces. “Déjame si?, no te va a doler, después de esto, todo será gozar”, le dijo, como muchas veces.

Estaba la puerta del carro abierta, Nicolás se había bajado y embestía parado y amparado por la noche en las calles desiertas. Ella lo dejaba hacer y le abría paso entre sus piernas. De repente sintió más dolor que placer y lo retiró con un susto congelado. No se le olvida ese momento, él se lo dijo, pero ya no recuerda más que una lengua muy extraña tratando de hacer explotar un bosque mojado.