sábado, 19 de noviembre de 2011

LA CAMA




Esta mañana despertó sin ganas de levantarse. No quiere toparse con él, ni hablar ni enfrentar nada. Solo tiene ánimos de cerrar los ojos y soltar su cuerpo en la cama.
Más tarde que de costumbre y cuando ya no oye ningún ruido se prepara el café de siempre y se lo toma en la ventana. Llora por las hojas caídas. Llora por el atrapamiento y los deseos de correr. Llora porque se le ha instalado el color negro.

Entonces aparecen, son siete y brincan gustosos por el día que se les regala. Lo recuerda, antier vino uno, ayer dos y ahora muchos. Son pajaritos y comen algo del suelo, muy graciosos y llenos de ese orgullo simulado de los animales. Poco a poco surge la sonrisa en su alma. También llega un gato que le brinda su cálida mirada azul. Va por la calle la mariposa verde con rayas doradas. El aire se queda en el techo del tejabán.
Suavemente va recibiendo ella la energía del amor. Ya sabe qué decirle a él. Está lista por hoy para dar los pasos necesarios.

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