Tú has sentido en varias ocasiones que le estás dando de puñetazos al viento. Duro y contra nada, qué tirar de energía. Alguna vez le has puesto cara y dices: ahora sí!!! y le das de golpes. Al cabo de un tiempo visualizas ese rostro ensangrentado y tumefacto, y ya no te divierte golpearlo. Empiezas a mirar algo parecido a la compasión y al amor que tienes también para tí mismo.
Te das vuelta y te introduces al río de la vida. Te dejas llevar. Si aparecen troncos, los quitas, Si aparecen diques los saltas. Si no puedes pasar, te sales de la corriente y te vuelves a meter más adelante.
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