martes, 26 de julio de 2011

LAS AVENTURAS DE LA VICKY 3: DEL AMOR INCONDICIONAL


Agarró el sillón como su entrenamiento para afilar los dientes. Le ha hecho tres agujeros, y algunas roturas las hace más grandes en días que se le ocurre. Al principio le pegué y cuando comprendí que descargaba en ella mi violencia contenida dejé de hacerlo. No importa el mueble, pensé. Hay que ponerle límites sí. Entonces urdí un castigo, abrirle la puerta de atrás y dejarla afuera un buen rato; ilusa de mí, la Vicky andaba feliz en el patio, parecía premio. No funcionó. Ahora la encierro en el baño durante una o dos horas, depende del destrozo. Poco a poco está dando en el blanco.
Confieso que no conocía de cerca el amor incondicional, nada más había oído hablar de él. Pero ese es: ella me sigue por donde voy y se duerme conmigo. No le importa, me deja aprender. :)

* Esto es real, ahorita está encerrada en el baño, se aceptan sugerencias.

martes, 19 de julio de 2011

LAS AVENTURAS DE LA VICKY II

A la Vicky le queda muy bien el conocido refrán "chiquita, pero picosa". Anoche la llevaste a caminar por la vereda cercana de tu casa. Van algunos perros, unos grandes, otros pequeños. Pero la Vicky le ladra a los grandes, "se pone con Sansón a las patadas". Según ella se enfrentó a un doberman o algo así. Éste ni caso le hizo y sus dueños comentaron: -mira a la perrita jajajaja, se la puede comer de un bocado-
Y entonces la quisiste mucho. La levantaste del suelo y la apretaste en tus brazos. Pero la Vicky ni por enterada se dio. Aún alzada seguía ladrandole al perro grande, según ella atacándolo.

*Mas abajo hay una foto de la Vicky

LAS AVENTURAS DE LA VICKY 1

Anoche saqué a pasear a mi perrita. Estuvimos un rato en la esquina y al frente de la casa. Le coloqué la correa para que no se fuera. Eso es relativamente nuevo para ella. El cordón le deja un amplio margen de metros cuadrados de terreno para que explore; sin embargo, éste casi siempre se mantuvo tenso. La Vicky quería ir más allá y no entendía razones cuando yo jalaba la cuerda. Y ni cómo hacerla comprender que “más vale pájaro en mano que ciento volando” a veces.


Finalmente me cansé y la metí.

lunes, 4 de julio de 2011

El papel que no era gato

Desde tu sillón miras por la ventana el cielo. En la suavidad del descanso y de la almohada tus ojos se dirigen hacia arriba. Esa nube grande parece colchón con curvas mullidas. Esa otra es como pluma ligera. Se van a juntar. Las lleva rápido el viento. Cuando se unen crecen, ya no se sabe cual es cual y tú sonríes. Allá se miran más nubes. Se huele la lluvia.



De repente un ladrido del perro te hace bajar la mirada. Es insistente, te distrae y ya no te fijas de momento en el cielo. Buscas que provoca el ladrido del perro. No hay ningún gato. Entonces te das cuenta, es un cartón grande que se mueve con el viento, el mismo que arrastra las nubes. Le explicas que no es nada, pero el perro no entiende.



Te recuestas de nuevo a mirar y el perro sube sus patas en el quicio de la ventana. Sigue ladrando a cada movimiento que el papel hace.